CARRIL BICI, CRIMINALIZAR O PROSPERAR

En fechas recientes, hemos asistido, en algunos medios de comunicación, a una agria polémica sobre los carriles bici de la ciudad de Pamplona, a raíz del fatídico accidente que sufrió Trinidad Remírez el pasado 2 de marzo en el tramo situado en la calle Gayarre. Los abajo firmantes, a título personal y desde nuestro compromiso con la defensa de los intereses ciclistas, lamentamos profundamente el trágico desenlace, pero consideramos desproporcionado el alarmismo generado por algunos sectores, que se han cebado en la crítica al carril bici de Pamplona, con calificativos tan excesivos como “criminal”, “inhumano” o “demencial”. De una manera, a nuestro parecer, tremendamente irresponsable, han invitado a los ciclistas a evitar su uso y han recomendado que, en su lugar, utilicen la calzada para sus desplazamientos.

Nos preguntamos si las críticas de estos sectores hubieran sido tan agrias y contundentes si no nos encontráramos a sólo dos meses de las elecciones municipales. Y hay que dejar una cosa clara: no sería justo que se estuviese instrumentalizando la bicicleta, usándola como arma arrojadiza para conseguir un fin que nada tiene que ver con ella. La bicicleta no es patrimonio de ninguna ideología, ni del poder ni de la oposición, ni de la derecha ni de la izquierda, por lo que los ciclistas no debemos permitir que nadie nos utilice con fines partidistas. Por ello, queremos aportar una reflexión más serena y analizar fríamente qué cuestiones son mejorables y discutibles en los trazados actuales, y cuáles (que también las hay) ya están adecuadamente enfocadas, para tranquilizar a los usuarios, que en este momento estarán injustificadamente alarmados y desorientados por las directrices que algunos representantes del ámbito ciclista han defendido.

La solución de algunos de tratar el carril bici como si fuese poco menos que una trampa mortal y la invitación a desplazarse por la calzada nos parece fuera de toda lógica. La bicicleta es un vehículo vulnerable y nadie de los que la usamos estamos libres de sufrir un percance, pero, afortunadamente, los incidentes son muy escasos, en gran parte gracias a las precauciones de los ciclistas. Pero el riesgo existe, y es mucho mayor circulando (incluso en las zonas 30) entre vehículos mucho más veloces y grandes que en la seguridad que ofrece el espacio reservado del carril bici. Es cierto que supone un riesgo, como se ha visto, cuando las portezuelas de los coches invaden el carril. En la mayoría de los casos, la precaución tanto de conductores como de ciclistas evita cualquier incidente, pero para erradicar cualquier contingencia, proponemos que se intercambien los tipos de aparcamientos, dejando adyacentes al carril bici los que están en batería, añadiendo como protección extra en la línea de delimitación entre éstos y el carril bici unas protecciones metálicas en forma de U invertida que eviten la invasión del carril.

Esta simple solución solventa el problema, pero algunos han querido radicalizar su postura postulando la utilización de la calzada y la eliminación de las vías ciclistas, a las que consideran una chapuza indigna de contribuir a la ciclabilidad de una ciudad. No nos engañemos, no se puede ser amigo de los ciclistas, y a la vez, enemigo de los carriles bici. Tal vez deberían pararse a analizar cómo han actuado los países de más tradición ciclista, que son precisamente donde los conductores de vehículos a motor respetan más la figura del ciclista. Por ejemplo, Holanda no es sólo el paraíso de las dos ruedas, sino también de las vías ciclistas, y la capital de Dinamarca, con 329 km de carriles bici, ha conseguido que el 50% de sus habitantes se desplazen en bicicleta, gracias a una decidida política de extensión de los carriles bici en los últimos años.

Lo que es innegable es que el usuario medio sólo utiliza la bicicleta si se siente seguro. Una encuesta municipal del 2004 arrojaba que un 36% de los encuestados iría en bicicleta si hubiera carril bici (Diario de Navarra, 8 de septiembre de 2004). La realidad es que proponer a todos los ciclistas urbanos que renunciemos a las vías ciclistas (carriles bici y aceras bici) y que, en su lugar, circulemos por la calzada entre coches, autobuses y furgonetas, asfixiados a 20 ó 25 km/h para no entorpecer demasiado la circulación, es una auténtica locura. Olvidan que en el uso de la bicicleta no hay límites de edad, desde los más jóvenes a los más mayores, y que no todos tenemos las mismas condiciones físicas de equilibrio, agilidad, reflejos, oído o vista. Sólo podrían circular los ciclistas osados, experimentados y en una forma física estupenda, y los demás, discriminados y excluidos, tendríamos que renunciar a andar en bici. Frente a esto, es responsabilidad de las autoridades competentes en la planificación de políticas de infraestructuras ciclistas atender a esas legítimas necesidades y demandas de protección y seguridad del usuario mediante la creación de vías ciclistas, fundamentalmente carriles bici en las calzadas, y, si la situación lo requiere y no entorpece al peatón, aceras bici.

Es evidente que Pamplona no es una ciudad ciclada y que aún queda muchísimo por hacer, pero tenemos la convicción de que el constante incremento en el número de ciclistas al que estamos asistiendo en los últimos años se debe, en gran parte, a la apuesta por estas infraestructuras. Por tanto, queremos concluir, por un lado, proponiendo a las autoridades competentes que se esfuercen por subsanar los errores que se hayan podido cometer e instándoles a continuar extendiendo por nuestra ciudad dichas vías, prioritariamente por la calzada, y siempre con el máximo rigor profesional, y por otro lado, animando a la población ciclista a continuar utilizándolos, incluidos los de Gayarre y Abejeras, y a desoír esas opiniones alarmistas, tal vez interesadas, que hacen un flaco favor a la seguridad de los usuarios y al incremento de los mismos en las calles de nuestra capital.

Jesús Sukuntza, Juan Ignacio Delgado, Paula Yabar

Miembros de la Asociación Medios de Transporte Saludables (AMTS)